(El tiempo enmudeció)
Él dijo:
Dejó larga estela
tu primer perfume
Y tu adiós
nunca dicho.
Ella dijo:
La primera brisa de tu boca
sonó ligera,
el peso de tus párpados
aplastó mi ilusión.
Él dijo:
Duelen mis errores,
casi tanto como tus aciertos.
Ella dijo:
Tus manos bailaban
entorno a mi vida,
jugabas, y nunca hacía daño
Él dijo:
Duelen mis errores,
casi tanto como tus aciertos.
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8 comentarios:
¿Y usted decía que no sabía escribir?
Sepa que este zoema tiene una fuerza interior estremecedora...
No lo deje.
No es todo tan cierto, las situaciones ciegan...
las manos solían de vez en cuando
y el dolor de los errores y aciertos es el dolor de los que tienen valor para elegir un camino y hacerlo con el viento en la cara.
Gracias por alentarme a escribir, oruga. Tu opinión me merece mucho respeto. Un abrazo.
Si, las situaciones ciegan. Y el perdón más difícil de conseguir es el que se da uno mismo. Bienvenido, golfo.
acertó ella?
acertó al no decir adiós?
quién movía las manos?
quién de los dos está mas aplastado?
Parece más que un paréntesis
Adiós, somiar.
adios
¿Quién no sufre daño?
¿Quién no se equivoca?¿Quién es culpable?
¿Quién debe echarnos en cara el peso de nuestros párpados?¿Quién PUEDE?
Nadie.
Silencio.
Epílogo.
A la deriva,
A la deriva,siempre en el rumbo.
Se cuece un buen posteador.
¡Así que postea, sabandija!
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